Muchas veces pensamos que para resolver los problemas de la humanidad necesitamos de EL GRAN PROGRAMA. Nuestra sociedad “moderna” nos dice que los problemas que nos aquejan se pueden resolver con EL GRAN PROGRAMA de gobierno o con EL GRAN PROGRAMA de la ciencia. Supuestamente la expulsión de la “superstición” de la religión y la introducción a nuestros centros de educación del “materialismo científico” tendrían como resultado la felicidad y una mejor sociedad. Pero después de ya casi cien años de la revolución Mexicana, esta sociedad no esta mas cerca de la felicidad y la funcionalidad que en tiempos de Don Porfirio. En muchos sentidos nuestra sociedad esta en peores condiciones.
Y si entonces no es EL GRAN PROGRAMA de gobierno o la ciencia, si los sociólogos, políticos, ideólogos, socialistas, neo-liberales, capitalistas, comunistas, revolucionarios y bestias raras como Hugo Chávez no pueden resolver nuestros problemas, entonces ¿Quién?. Podríamos hablar de los GRANDES problemas de la humanidad, como las guerras, las revoluciones, el narcotráfico, y tantas otras cosas más que aquejan a este cansado mundo y que han creado tantos horrores y dolor. Pero la verdad es que no tenemos que irnos tan alto en el esquema de las cosas. Basta con asomarnos a nuestras propias vidas, cotidianas y comunes para darnos cuenta que no todo esta bien en el paraíso de ciencia y sociología de la era moderna. Es en nuestros hogares, en nuestras vidas íntimas donde encontramos las rasgaduras y las heridas más fuertes a nuestras almas. Ahí encontramos el alcoholismo, la violencia, el conflicto. Ahí es donde muchos niños y niñas sufren de abuso, abandono y explotación. Ahí es donde encontramos la perdida del amor y el florecimiento de la negra flor del odio y la violencia. Ahí encontramos el adulterio, la trampa, la mentira, y sobre todo la falta de perdón.
El que este libre de pecado que tire la primera piedra. Yo no me atrevo ni a poner los ojos en la piedra por que reconozco que mi vida esta llena de pecado. ¿Y que es el pecado? Al contrario de lo que muchos podrían pensar, el pecado no es romper las reglas religiosas. El pecado es algo más profundo y problemático. El pecado es un factor que los sociólogos, economistas y planeadores de la rectoría del estado no toman en cuenta por que su visión materialista del mundo no lo ve. El pecado es esa rebelión que nos hace pensar que nosotros somos lo más importante del mundo y todo el demás secundario, “primero yo, después yo y finalmente yo”. Y se manifiesta en un falso orgullo, lleno de egoísmo que se niega a pedir perdón o a perdonar.
Por que al final de cuentas ahí se concentran y se encuentran los problemas y el sufrimiento en el mundo, en el país, en la ciudad y en nuestras familias. Ahí también se encuentra su solución. Es sencillamente la capacidad de cada uno de nosotros de AMAR, PEDIR PERDON Y PERDONAR. El amor cubre una multitud de pecados. El perdonar es amor en acción. Gracias a Dios por el perdón. Cuantas guerras, cuantos conflictos, cuantos divorcios, cuantas almas heridas pudieran ser compuestas y evitadas con tan solo perdonar. Al fin y al cabo el Hijo de Dios fue capaz de morir en la cruz y en medio del sufrimiento haber dicho “perdónalos por que no saben lo que hacen”. Si Dios nos perdona, por que no podemos nosotros perdonar.
El perdón es la clave personal e intima del amor. Gracias a Dios por el perdón; por la esposa que perdona, por la madre que perdona, por el padre, el hermano, los hijos, los extraños que perdonan. Este mundo no se destruye a si mismo tan solo por el perdón. El perdón es la clave del amor. Y a final de cuentas, el amor es la expresión de Dios.
Y si entonces no es EL GRAN PROGRAMA de gobierno o la ciencia, si los sociólogos, políticos, ideólogos, socialistas, neo-liberales, capitalistas, comunistas, revolucionarios y bestias raras como Hugo Chávez no pueden resolver nuestros problemas, entonces ¿Quién?. Podríamos hablar de los GRANDES problemas de la humanidad, como las guerras, las revoluciones, el narcotráfico, y tantas otras cosas más que aquejan a este cansado mundo y que han creado tantos horrores y dolor. Pero la verdad es que no tenemos que irnos tan alto en el esquema de las cosas. Basta con asomarnos a nuestras propias vidas, cotidianas y comunes para darnos cuenta que no todo esta bien en el paraíso de ciencia y sociología de la era moderna. Es en nuestros hogares, en nuestras vidas íntimas donde encontramos las rasgaduras y las heridas más fuertes a nuestras almas. Ahí encontramos el alcoholismo, la violencia, el conflicto. Ahí es donde muchos niños y niñas sufren de abuso, abandono y explotación. Ahí es donde encontramos la perdida del amor y el florecimiento de la negra flor del odio y la violencia. Ahí encontramos el adulterio, la trampa, la mentira, y sobre todo la falta de perdón.
El que este libre de pecado que tire la primera piedra. Yo no me atrevo ni a poner los ojos en la piedra por que reconozco que mi vida esta llena de pecado. ¿Y que es el pecado? Al contrario de lo que muchos podrían pensar, el pecado no es romper las reglas religiosas. El pecado es algo más profundo y problemático. El pecado es un factor que los sociólogos, economistas y planeadores de la rectoría del estado no toman en cuenta por que su visión materialista del mundo no lo ve. El pecado es esa rebelión que nos hace pensar que nosotros somos lo más importante del mundo y todo el demás secundario, “primero yo, después yo y finalmente yo”. Y se manifiesta en un falso orgullo, lleno de egoísmo que se niega a pedir perdón o a perdonar.
Por que al final de cuentas ahí se concentran y se encuentran los problemas y el sufrimiento en el mundo, en el país, en la ciudad y en nuestras familias. Ahí también se encuentra su solución. Es sencillamente la capacidad de cada uno de nosotros de AMAR, PEDIR PERDON Y PERDONAR. El amor cubre una multitud de pecados. El perdonar es amor en acción. Gracias a Dios por el perdón. Cuantas guerras, cuantos conflictos, cuantos divorcios, cuantas almas heridas pudieran ser compuestas y evitadas con tan solo perdonar. Al fin y al cabo el Hijo de Dios fue capaz de morir en la cruz y en medio del sufrimiento haber dicho “perdónalos por que no saben lo que hacen”. Si Dios nos perdona, por que no podemos nosotros perdonar.
El perdón es la clave personal e intima del amor. Gracias a Dios por el perdón; por la esposa que perdona, por la madre que perdona, por el padre, el hermano, los hijos, los extraños que perdonan. Este mundo no se destruye a si mismo tan solo por el perdón. El perdón es la clave del amor. Y a final de cuentas, el amor es la expresión de Dios.
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