Hoy se celebra la fiesta de San Lorenzo, diacono y mártir del tercer siglo.
En la Roma Imperial el aborto era común, el infanticidio practicado constantemente, la eutanasia por medio del suicidio era el recurso de los que se sentían acorralados por el sistema imperial. Famosos emperadores como Nerón practicaban el homosexualismo abiertamente y querían imponer su desviación en toda la población del Imperio. Un imperio global imponía su tolerancia a todas las religiones siempre y cuando le rindieran culto a Cesar y con esto los habitantes del imperio podían gozar del libre comercio, los medios de comunicación, y el entretenimiento para las masas en el circo. Pan y Circo. Por más que cambian las cosas más se quedan igual.
En esta época el imperio atravesaba por una de sus crisis financieras y el emperador Valeriano necesitaba los recursos para seguir financiando sus programas públicos como la compra de trigo para la distribución cotidiana a los ciudadanos sin empleos, pagar por los juegos gladiatorios de gran envergadura y satisfacer su lujuria por la riqueza y el poder. Como una solución a su dilema el emperador decidió iniciar una persecución de los cristianos ya que estos se negaban a ofrecer el sacrificio obligatorio de lealtad al emperador, ofrecer una pizca de incienso al altar del ‘dios’ emperador y llamarlo señor. Los cristianos solo tenían un señor: Jesús Cristo.
Pronto la persecución cobro sus víctimas, entre ellos el obispo de Roma Sixto y sus sacerdotes y diáconos. El emperador pedía que se le revelase donde estaba el oro y la plata de los cristianos. Lorenzo, diacono en Roma ofreció al emperador mostrarle el ora y la plata, los tesoros de los cristianos. El emperador le dio tres días para reunir los tesoros y traerlos al foro. Al final del plazo Lorenzo se presentó con una multitud de pobres en harapos, esclavos, sirvientes, lisiados, viejos, huérfanos y otros que para el imperio eran lo peor de lo peor. Cuando el emperador pregunto a Lorenzo en donde estaba el tesoro, este le mostro la multitud de pobres “aquí están los tesoros de la iglesia”.
El emperador furioso ordeno que Lorenzo fuera torturado, para lo cual se eligió asarlo vivo sobre un fuego lento en una parrilla. Dice la historia que cuando su cuerpo estaba totalmente quemado por la espalda el santo dijo “ya está bien cocinado, ahora volteadme para quedar bien”.
San Lorenzo se negó a conformarse a la imagen del imperio de este mundo y decidió recibir el martirio en el espíritu de Cristo conformándose a la imagen de Dios.